Las escenas han dado de si para todo un aluvión de críticas de los contertulios sobre la capacidad y la oportunidad de que sea esta figura la que ocupe la cartera de Defensa. En este sentido no ha dado tregua en denunciar la falta de tiempo para atender sus responsabilidades, ya que debe de cuidar de su bebé. Y en algunos casos, como en el de Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del Gobierno de Aznar en su primer periodo, hasta de señalar el origen catalán y la juventud de la política como un elemento que recomienda que no esté al mando de las fuerzas armadas. En definitiva, una ristra de sandeces que nos muestran el machismo encubierto que aún respiramos incluso en nuestros medios de comunicación.
Claro que no debería sorprender que la maternidad de una política sea puesta en cuestión, si recordamos que una de las críticas lanzadas contra el actual Gobierno tras su presentación fue el elevado número de mujeres que lo formaban. Llegando en algunos casos a provocar comentarios que en otro momento hubieran llevado a conflictos diplomáticos, como los lanzados por ese personaje que dirige a nuestra vecina Italia cuando señaló que el Gobierno de España es demasiado rosa. Son muestras de la ira que provocó entre el machismo español el constatar que las mujeres avanzan hacia la igualdad, y que se tradujo en una campaña de desprestigio hacia las ministras, cargando esencialmente en Carme Chacón y Bibiana Aido.
Aido no ha sido objeto de menos ataques, algunos enfocados a denunciar su juventud –me pregunto que tiene de perjudicial que un Gobierno integre a los y las jóvenes-, en segundo se cuestionó la necesidad de que existiera un Ministerio de Igualdad, como si esa no fuera prioridad para una sociedad como la nuestra, y finalmente viendo que ninguno de esos dardos erosionaban a la gaditana, se lanzaron a criticar sus acciones. En este sentido de modo bastante triste pues no habló nadie de las medidas políticas desarrolladas desde el departamento, sino de una simple torpeza al introducir el termino miembra en una de sus intervenciones.
Pero la derecha española, y la Iglesia en particular, ya han encontrado donde morder duro. El anuncio por parte de Bibiana Aido de comenzar a trabajar para la elaboración de una nueva Le del Aborto ha desatado todas las iras. Tanto los como las machistas de nuestro país han visto como esta iniciativa pone en peligro la unidad de España, la fé de la humanidad y no se que historias mas. Pero para quienes lo vemos desde fuera lo único que se resquebraja aquí es la autoridad de los hombres sobre las mujeres, ese machismo que no solo pervive, sino que se ve alentado desde algunos medios de comunicación.
La iniciativa del Gobierno será una garantía tanto para las mujeres como para los profesionales médicos, y además una victoria sobre quienes en los últimos meses han protagonizado los lamentables capítulos vividos en clínicas abortistas de Madrid. Con este texto nos situaremos en igualdad con la inmensa mayoría de Estados europeos que disponen de leyes de plazos, en lugar de nuestra desfasada ley de casos, con la que la posibilidad de abortar queda al arbitrio de algunos profesionales. Pero ante todo es un texto que significará un avance en la plena igualdad de la mujer, en la emancipación de una población femenina que aún se ve sometida en ocasiones a la voluntad masculina.
Esta Ley será un ladrillo más que caerá en esa lucha por derribar el muro de las desigualdades. Un muro que comenzó a resquebrajarse cuando hace décadas las sufragistas pedían el voto para las mujeres, cuando otras reivindicaban su derecho a estudiar igual que los hombres, cuando el divorcio les otorgó la posibilidad de decidir con quien quería compartir su vida… Un muro al que aún quedan muchos ladrillos por retirar.