domingo, 5 de abril de 2009

La mirada de una niña

Son constantes las noticias que durante estos últimos días nos llegan de la sucesión de Cumbres internacionales que están teniendo lugar en distintas ciudades europeas. Los principales líderes mundiales se están reuniendo para llegar a acuerdos sobre el nuevo modelo económico, el sistema de seguridad, o el papel de Europa en el mundo. Son citas en las que la firma de un acta puede hipotecar el futuro de varias generaciones, o también construir un futuro mejor para ellas. Pero lo que os propongo es que entre tanta noticia sobre las decisiones que asumen los países occidentales y las principales potencias económicas veamos un vídeo. Pretendo rescatar del olvido las palabras de una niña que en 1.992 sirvieron para llamar la atención de la humanidad y acallar las voces de muchos gobernantes. Fue un 3 de junio cuando Severn Suzuki, una niña canadiense de 12 años, hablo durante seis minutos y medio, silenciando al mundo. Su intervención en la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada por la ONU en Rio de Janeiro, fue la oportunidad de escuchar las voces de los más jóvenes y de constatar su preocupación por el futuro. Creo que son unas palabras que cada gobernante debería tener presente diecisiete años después.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CARTA ABIERTA A UN «AMO DEL MUNDO»
Tu osadía y tu resolución no te dan ningún derecho a quedarte con lo que otros necesitan. Ni siquiera tu esfuerzo titánico o tu voluntad inquebrantable pueden darte ese derecho. No valen más que la habilidad de ese carpintero o la dedicación de ese labrador; no son mejores que la abnegación de una madre o los versos de aquel poeta. Todos aportamos, todos construimos el mundo. No serías nada ni nada podrías si no fuera por nosotros. Tu poder, tus conquistas y tus cuentas de resultados dependen del esfuerzo callado de muchos. ¡Tu propia existencia como ser humano depende de tantos!... Puedes creerte mejor o más imprescindible, pero si sobra alguien eres precisamente tú. Lo que tú haces lo haría cualquiera, o lo haríamos todos. No requiere mucha ciencia, y aún menos sabiduría. Pero lo haríamos de otra manera porque no podemos ser como tú… ¡no queremos ser como tú! Nos gusta más la palabra cooperación que la palabra competitividad; mucho más que individualismo, solidaridad; nos seducen el apoyo mutuo y la generosidad, pero el afán de riesgo y la competencia no nos dicen nada. Si te fueras no se pararía el mundo… pero te invitamos a que te quedes.

http://desafiosilencioso.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Oye, que la niña ya está menopáusica del tiempo que hace que no escribes....
Rigoletto

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