Como viene siendo tradición en la Semana Santa granadina durante los últimos años, la lluvia ha hecho acto de presencia. Tras cuatro días de esplendor en las calles, las nubes cumplieron ayer sus temidas amenazas, arrojando una lluvia que acompañó a algunas hermandades en el final de su recorrido. Y hoy han dado una falsa tregua para que las cofradías puedan salir a la calle. Desde primera hora de la mañana no deja de llover y algunos rayos de sol han creado la esperanza.
No solo las distintas hermandades están tristes por la mala pasada que juega la climatología. Es mucha gente, tanto de Granada, como foránea, la que espera está semana con ilusión, con devoción religiosa, o con curiosidad. Y es que algo especial tiene cuando deja ensimismados a quienes los domingos visitan las iglesias, junto a quienes se distinguen por su ateismo, personas con sus mejores trajes junto a otras vestidas de lo más informal…
Porque para una mayoría la Semana Santa se ha convertido en un evento cultural. Las procesiones con sus ricos patrimonios son auténticas exposiciones de arte en la calle, el objetivo que en su origen tenían, el de ofrecer una catequesis, ha dado paso a una muestra en la que se valoran los esfuerzos de quienes portan los pasos, la belleza estética de las tallas, o la calidad musical de las agrupaciones por encima de la religiosidad del desfile.
Quizás deberíamos realizar una profunda reflexión sobre el grado de autoridad que debe tener la Iglesia en un evento que aglutina como cofrades a miles de personas que no encuentran ninguna motivación en los aspectos religiosos de la Semana Santa. ¿Por qué no podemos asumir como un simple movimiento cultural aquel que aglutina a quienes participan de la cultura cofrade por mantener viva una tradición característica de nuestra tierra, por colaborar en la tarea de aumentar la proyección turística de nuestra ciudad, o simplemente porque en la hermandad encuentran un espacio para el encuentro con sus amistades?
Pero no solo la ciudadanía a nivel personal juega un papel importante en la Semana Santa, ya que para la economía granadina estos días se convierten en su particular agosto. Cientos de bares rebosantes de gente, tiendas de souvenir típicos, y puestos en las calles y plazas hacen caja gracias a la ingente cantidad de turistas que llegan a Granada atraídos por el reclamo cultural que supone este evento. Y ante las precipitaciones que estamos sufriendo, serán muchas las personas que acorten sus estancias, o que prefieran no regresar otro año.
En definitiva, que esta lluvia tan añorada ha llegado en un mal momento, porque nos impide ver hoy, Jueves Santo, las distintas hermandades que procesionan por el Albaycín, espanta a los y las turístas, y perjudica nuestra economía local. Pero esperemos que el pronóstico meteorológico se cumpla y mañana los claros en el cielo permitan volver a ver las calles rebosantes de gente disfrutando de esta expresión cultural que es la Semana Santa.
No solo las distintas hermandades están tristes por la mala pasada que juega la climatología. Es mucha gente, tanto de Granada, como foránea, la que espera está semana con ilusión, con devoción religiosa, o con curiosidad. Y es que algo especial tiene cuando deja ensimismados a quienes los domingos visitan las iglesias, junto a quienes se distinguen por su ateismo, personas con sus mejores trajes junto a otras vestidas de lo más informal…
Porque para una mayoría la Semana Santa se ha convertido en un evento cultural. Las procesiones con sus ricos patrimonios son auténticas exposiciones de arte en la calle, el objetivo que en su origen tenían, el de ofrecer una catequesis, ha dado paso a una muestra en la que se valoran los esfuerzos de quienes portan los pasos, la belleza estética de las tallas, o la calidad musical de las agrupaciones por encima de la religiosidad del desfile.
Quizás deberíamos realizar una profunda reflexión sobre el grado de autoridad que debe tener la Iglesia en un evento que aglutina como cofrades a miles de personas que no encuentran ninguna motivación en los aspectos religiosos de la Semana Santa. ¿Por qué no podemos asumir como un simple movimiento cultural aquel que aglutina a quienes participan de la cultura cofrade por mantener viva una tradición característica de nuestra tierra, por colaborar en la tarea de aumentar la proyección turística de nuestra ciudad, o simplemente porque en la hermandad encuentran un espacio para el encuentro con sus amistades?
Pero no solo la ciudadanía a nivel personal juega un papel importante en la Semana Santa, ya que para la economía granadina estos días se convierten en su particular agosto. Cientos de bares rebosantes de gente, tiendas de souvenir típicos, y puestos en las calles y plazas hacen caja gracias a la ingente cantidad de turistas que llegan a Granada atraídos por el reclamo cultural que supone este evento. Y ante las precipitaciones que estamos sufriendo, serán muchas las personas que acorten sus estancias, o que prefieran no regresar otro año.
En definitiva, que esta lluvia tan añorada ha llegado en un mal momento, porque nos impide ver hoy, Jueves Santo, las distintas hermandades que procesionan por el Albaycín, espanta a los y las turístas, y perjudica nuestra economía local. Pero esperemos que el pronóstico meteorológico se cumpla y mañana los claros en el cielo permitan volver a ver las calles rebosantes de gente disfrutando de esta expresión cultural que es la Semana Santa.
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