Ayer de nuevo pudimos disfrutar del andar costalero por las calles de Granada. Las cinco cofradías que tenían prevista su estación de penitencia salieron un año más. La lluvia ha dado una tregua a la Semana Santa en la ciudad de la Alhambra, impidiendo tan solo la salida en procesión de la Hermandad de Salesianos el pasado Jueves Santo. En la mayoría de las procesiones hemos podido ver no solo penitentes, camareras, monaguillos, y a los cuerpos de costaleros y costaleras, sino también diversas representaciones institucionales que acompañan a los cortejos.
La máxima expresión de este compromiso institucional con la Semana Santa la pudimos comprobar en la tarde de ayer. Eran las ocho y media de la tarde cuando las puertas de la Iglesia de San Gil y Santa Ana se abrían para dar comienzo a la estación de penitencia de una de las más antiguas hermandades de Granada, la del Santo Sepulcro. En su cortejo contaban con la representación de otras muchas cofradías granadinas, así como de los poderes político y militar en la ciudad. Entre sus filas se encontraba una representación del Ayuntamiento a su más alto nivel. El estandarte de la corporación abría la sección, seguido de la policía municipal con traje de gala, así como de distintos concejales y concejalas, encabezados por el Alcalde. Los bastones de mando, fajines y bandas que los identifican, así como el medallón de Presidente de la corporación municipal marcaban el carácter oficial de su participación en este acto religioso. En la misma tarde también hemos visto representando al Consistorio a distintos corporativos del equipo de gobierno municipal en las procesiones del Cristo de los Favores, o en la Soledad de San Jerónimo.
Pero como señalo, no ha sido el único caso. El Ejército español con distintas representaciones, que van desde la escolta de los pasos, hasta la presencia de militares de alta graduación han tenido su espacio. Y también hemos podido ver a los cuerpos de policía, así como a la Guardia Civil, acompañando a distintas hermandades con los uniformes de gala. Pero ante todo esto surge una duda, ¿hasta qué punto podemos permitir que nuestros representantes políticos asuman un compromiso público desde las instituciones con un fenómeno que se dirige desde la Iglesia?
Y es que si bien defiendo la libertad de religión de cada individuo, así como su derecho a participar de modo personal en las manifestaciones religiosas que cada cual vea oportunas, también pongo en entredicho la participación de representantes públicos en actos religiosos, en calidad precisamente de poder público en un Estado constitucionalmente definido como aconfesional. Sería una cuestión sobre la que podríamos encontrar multitud de opiniones, desde las que defienden la supuesta tradición cristiana de nuestro Estado por encima de todo, hasta las más laicistas que apuestan por una eliminación de las expresiones religiosas en los espacios públicos.
Personalmente, no creo que ningún extremo a la hora de abordar una cuestión como esta sea conveniente. Quizás debamos simplemente exigir a nuestros representantes políticos que se limiten precisamente a eso, a representarnos en los espacios políticos, dejando sus opciones religiosas para un plano personal. Tal vez, pudieramos exigir al Alcalde como máxima autoridad municipal una explicación sobre el gasto que ha supuesto para la ciudad la participación del Consistorio en la tarde de ayer. Porque es lógico e incuestionable que para garantizar la seguridad de la ciudadanía en manifestaciones que llegan a aglutinar miles de personas como las que vivimos durante esta semana, se ponga en marcha un amplio despliegue por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; pero otra cosa muy distinta es ver como del erario público, se pagan horas extras a escoltas, policías, pajes, etc. que acompañan a las hermandades para mayor esplendor de las mismas, pese a ser expresiones puramente religiosas. Tal vez sea precisa una mayor participación de la ciudadanía para llegar a abordar la Semana Santa como un espacio público de toda la ciudadanía, y no como un hecho particular de la Iglesia, lo que nos permitiría tener la oportunidad de participar plenamente de ella sin complejos.
La máxima expresión de este compromiso institucional con la Semana Santa la pudimos comprobar en la tarde de ayer. Eran las ocho y media de la tarde cuando las puertas de la Iglesia de San Gil y Santa Ana se abrían para dar comienzo a la estación de penitencia de una de las más antiguas hermandades de Granada, la del Santo Sepulcro. En su cortejo contaban con la representación de otras muchas cofradías granadinas, así como de los poderes político y militar en la ciudad. Entre sus filas se encontraba una representación del Ayuntamiento a su más alto nivel. El estandarte de la corporación abría la sección, seguido de la policía municipal con traje de gala, así como de distintos concejales y concejalas, encabezados por el Alcalde. Los bastones de mando, fajines y bandas que los identifican, así como el medallón de Presidente de la corporación municipal marcaban el carácter oficial de su participación en este acto religioso. En la misma tarde también hemos visto representando al Consistorio a distintos corporativos del equipo de gobierno municipal en las procesiones del Cristo de los Favores, o en la Soledad de San Jerónimo.
Pero como señalo, no ha sido el único caso. El Ejército español con distintas representaciones, que van desde la escolta de los pasos, hasta la presencia de militares de alta graduación han tenido su espacio. Y también hemos podido ver a los cuerpos de policía, así como a la Guardia Civil, acompañando a distintas hermandades con los uniformes de gala. Pero ante todo esto surge una duda, ¿hasta qué punto podemos permitir que nuestros representantes políticos asuman un compromiso público desde las instituciones con un fenómeno que se dirige desde la Iglesia?
Y es que si bien defiendo la libertad de religión de cada individuo, así como su derecho a participar de modo personal en las manifestaciones religiosas que cada cual vea oportunas, también pongo en entredicho la participación de representantes públicos en actos religiosos, en calidad precisamente de poder público en un Estado constitucionalmente definido como aconfesional. Sería una cuestión sobre la que podríamos encontrar multitud de opiniones, desde las que defienden la supuesta tradición cristiana de nuestro Estado por encima de todo, hasta las más laicistas que apuestan por una eliminación de las expresiones religiosas en los espacios públicos.
Personalmente, no creo que ningún extremo a la hora de abordar una cuestión como esta sea conveniente. Quizás debamos simplemente exigir a nuestros representantes políticos que se limiten precisamente a eso, a representarnos en los espacios políticos, dejando sus opciones religiosas para un plano personal. Tal vez, pudieramos exigir al Alcalde como máxima autoridad municipal una explicación sobre el gasto que ha supuesto para la ciudad la participación del Consistorio en la tarde de ayer. Porque es lógico e incuestionable que para garantizar la seguridad de la ciudadanía en manifestaciones que llegan a aglutinar miles de personas como las que vivimos durante esta semana, se ponga en marcha un amplio despliegue por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; pero otra cosa muy distinta es ver como del erario público, se pagan horas extras a escoltas, policías, pajes, etc. que acompañan a las hermandades para mayor esplendor de las mismas, pese a ser expresiones puramente religiosas. Tal vez sea precisa una mayor participación de la ciudadanía para llegar a abordar la Semana Santa como un espacio público de toda la ciudadanía, y no como un hecho particular de la Iglesia, lo que nos permitiría tener la oportunidad de participar plenamente de ella sin complejos.
5 comentarios:
Estimado amigo Javier:
De acuerdo contigo en la mayor parte de tus argumentos, pero va a ser muy difícil cambiar las costumbres a corto y medio plazo.
Como ya te dije una vez, yo fui antiguo costalero de La Soledad -ahora soy agnóstico convencido-, pero el viernes fui a ver "mi" procesión (como algo cultural o como animal de costumbres), y en ella salían militares (un general con el fajín rojo que me recordaba tiempos pasados), así como varios policías locales con un concejal.
Tengo entendido que los funcionarios policiales que asisten a estos actos, van como voluntarios (como no podía ser menos) y no cobran nada por ello (al menos oficialmente).
Pero sí que es verdad que, los políticos deberían participar como simples ciudadanos.
Un abrazo desde el "desierto".
Alfa79
A mi personalmente me parece que esto ya es rizar el rizo, yo soy el primero que observa con recelo a la iglesia en muchos aspectos, pero es innegable que la Semana Santa es un hecho con un calado social importantisimo, y como tal tiene un reconocimiento público que trasciende el hecho religioso y alcanza plenamente un valor cultural practicamente internacional. Asi que no comprendo lo de "participar sin complejos".
Por otro lado si un politico importante se va de vacaciones a la costa del sol, por ejemplo, hay que hacer una ampliación del dispositivo de seguridad duplicando o triplicando el numero de "escoltas", esto mismo sucede si asiste a un acto de su partido. ¿Es eso público o privado?. Simplemente es seguridad.
Ahora bien aqui hay un error de fondo, cuando acontece una congregación tan grande de asistentes en un espacio público se hace necesario una atención de los servicios de seguridad, asistenciales etc y estas personas estan trabajando y reciben su sueldo por ello, igual que harian al asistir a unos carnavales, unas fiestas de las primaveras o un partido de futbol. Y, como ya ha dicho alfa79, los funcionarios que hacen funciones de escolta procesional son VOLUNTARIOS, y no cobran absolutamente nada por ello.
Saludos
Permíteme Alfa79, pero en el caso de la Policía Local es voluntaria su participación, o dicho de otra manera, pueden presentar objeción de conciencia para no asistir, pero en cualquier caso si que cobran por la prestación del servicio como horas extras aquellos que trabajan en las procesiones.
Y en cuanto al ejemplo que realiza Belixario, un político que necesite de seguridad personal, por supuesto que la debe tener con el coste que suponga eso, pero lo que yo denuncio es distinto. Por un lado, denuncio que haya funcionarios dando escolta a las imágenes religiosas con el consiguiente coste económico para las arcas públicas. Y en segundo lugar, cada político es libre de participar en cuantos actos religiosos desee, pero otra cosa muy distinta es hacerlo en calidad de representante político de la ciudadanía.
Estimado Javier, ciertamente estoy de acuerdo contigo en la mayor parte de lo que dices. Desconozco si los policías locales que participan dentro de la procesión cobran o no por ello (se lo preguntaré a mi hermano).
Lo que sí te aseguro, es que ni los guardias civiles, ni los policías nacionales cobran ni un sólo euro por ello (cosa distinta, es si la cofradía de forma particular les da algún tipo de gratificación particular -no lo sé-).
De todas formas, los políticos no deberían asistir como tales. Como particulares, siempre que quieran y donde quieran.
Saludos amigo. Alfa79
Un funcionario policial cobra por trabajar en cualquier servicio de seguridad, porque ese es su trabajo y cobra por ello, lo mismo sea una patrulla, un control, un botellón, un partido de futbol etc etc. La semana santa es una congregación multitudinaria de ciudadanos por lo tanto se requieren servicios, entre ellos el policial. Hasta ahi estamos de acuerdo.
Pero el tema esta claro, la escolta protocolaria es voluntaria y no se tiene derecho a haberes por ella. Asi que cada uno con su tiempo libre que haga lo que le plazca.
Un saludo
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