Hace más de un siglo, la burguesía empresarial buscaba la forma de hacer frente a una situación económica no tan buena como quisieran para sus intereses. Corría el año 1887 cuando las fortunas de muchas familias malagueñas se pusieron al servicio de la puesta en marcha de una feria que atrajera visitantes a la ciudad durante el verano. Con este evento se buscaba situar a Málaga como referente estival de la incipiente economía del turismo. Eran otros tiempos y desde entonces mucho ha evolucionado la Feria de Málaga, ha recorrido multitud de emplazamientos, ha tenido duraciones que han ido desde la semana hasta el mes, pero lo que no se podrían imaginar aquellas familias de la aristocracia y alta burguesía malagueña cuando comenzaron esta aventura era la proyección que alcanzaría este evento.
En la actualidad la Feria de Málaga es una de las citas veraniegas que más interés despierta entre el turismo extranjero que nos visita, pero también se ha hecho su hueco en el panorama nacional atrayendo personas desde cada rincón de España. Todo ello comprensible solo si tenemos en cuenta el esfuerzo que realizan instituciones, empresas, colectivos y la ciudadanía en general para hacer crecer esta fiesta año tras año. Con el mismo objetivo que naciera hace ya más de 120 años, la cita supone para la economía local un fuerte revulsivo que se traduce en alojamientos, restauración, bares de copas, tiendas de recuerdos, etc. pero también toda esta actividad deja miles de euros en las cajas de las casetas de peñas, hermandades, o asociaciones, durante los diez días de feria, lo que les permite en muchos casos afrontar la actividad del resto del año.
En este impulso tiene, y mucho que ver, el consistorio local que recibe el encargo ciudadano de impulsar un evento como este con lo que ello supone de esfuerzo económico para las arcas municipales, pero también con lo que repercute en la economía local. De este modo es posible que en Málaga disfrutemos de una feria que comenzó el pasado viernes 15 con el pregón, los fuegos artificiales y el alumbrado del recinto ferial, junto al ya tradicional festival Summer MTV que reunió en la playa de la Malagueta a miles de jóvenes para disfrutar de forma gratuita de distintas actuaciones. Y hasta ayer trascurrieron las distintas celebraciones, para llegar a ese cierre en el que un castillo de fuegos artificiales que nos ocupó por más de veinte minutos puso la guinda a una velada en la que incluso tuvimos la oportunidad de conocer personalmente a Georgie Dann tras su actuación.
Y es que durante estos días ha habido actividades para todos los gustos, desde la tradicional Feria de Día que invade todas las calles y plazas del centro histórico de la ciudad con casetas y barras, los conciertos que de forma gratuita se ofrecen en sendos escenarios ubicados en el Cortijo de Torres, la constante actividad que encontramos en el recinto ferial durante el día y la noche en sus más de trescientas casetas, e incluso el simple ir y venir de turistas y oriundos que conlleva algarabía a cualquier hora y hasta en el último rincón de la ciudad.
Pero en estos días finales de la Feria de Málaga, mis anfitriones, Carlos y Cristina –curiosamente, un granadino y una lojeña residentes allí- no solo me iban a entretener con todo aquello que conllevaba la fiesta tradicional, sino que alguna sorpresa me tenían preparada como siempre que nos reunimos. En esta ocasión, se trata de una actividad con la que disfrutamos gratamente y que espero volvamos a repetir. Toda una tarde en barco, navegando en alta mar y disfrutando de la fiesta y la música con un montón de gente joven de todas las nacionalidades. En experiencia muy grata que nos brindó la oportunidad de disfrutar del baño en aguas profundas, o de grabar en nuestras retinas una nueva perspectiva de la Costa del Sol distanciándonos de sus orillas. Días que se convierten en burbujas de oxígeno con las que afrontar los últimos días del verano en los que se dan la mano la playa y el estudio para enfrentarnos a los exámenes de septiembre y a la vuelta al trabajo.
En la actualidad la Feria de Málaga es una de las citas veraniegas que más interés despierta entre el turismo extranjero que nos visita, pero también se ha hecho su hueco en el panorama nacional atrayendo personas desde cada rincón de España. Todo ello comprensible solo si tenemos en cuenta el esfuerzo que realizan instituciones, empresas, colectivos y la ciudadanía en general para hacer crecer esta fiesta año tras año. Con el mismo objetivo que naciera hace ya más de 120 años, la cita supone para la economía local un fuerte revulsivo que se traduce en alojamientos, restauración, bares de copas, tiendas de recuerdos, etc. pero también toda esta actividad deja miles de euros en las cajas de las casetas de peñas, hermandades, o asociaciones, durante los diez días de feria, lo que les permite en muchos casos afrontar la actividad del resto del año.
En este impulso tiene, y mucho que ver, el consistorio local que recibe el encargo ciudadano de impulsar un evento como este con lo que ello supone de esfuerzo económico para las arcas municipales, pero también con lo que repercute en la economía local. De este modo es posible que en Málaga disfrutemos de una feria que comenzó el pasado viernes 15 con el pregón, los fuegos artificiales y el alumbrado del recinto ferial, junto al ya tradicional festival Summer MTV que reunió en la playa de la Malagueta a miles de jóvenes para disfrutar de forma gratuita de distintas actuaciones. Y hasta ayer trascurrieron las distintas celebraciones, para llegar a ese cierre en el que un castillo de fuegos artificiales que nos ocupó por más de veinte minutos puso la guinda a una velada en la que incluso tuvimos la oportunidad de conocer personalmente a Georgie Dann tras su actuación.
Y es que durante estos días ha habido actividades para todos los gustos, desde la tradicional Feria de Día que invade todas las calles y plazas del centro histórico de la ciudad con casetas y barras, los conciertos que de forma gratuita se ofrecen en sendos escenarios ubicados en el Cortijo de Torres, la constante actividad que encontramos en el recinto ferial durante el día y la noche en sus más de trescientas casetas, e incluso el simple ir y venir de turistas y oriundos que conlleva algarabía a cualquier hora y hasta en el último rincón de la ciudad.
Pero en estos días finales de la Feria de Málaga, mis anfitriones, Carlos y Cristina –curiosamente, un granadino y una lojeña residentes allí- no solo me iban a entretener con todo aquello que conllevaba la fiesta tradicional, sino que alguna sorpresa me tenían preparada como siempre que nos reunimos. En esta ocasión, se trata de una actividad con la que disfrutamos gratamente y que espero volvamos a repetir. Toda una tarde en barco, navegando en alta mar y disfrutando de la fiesta y la música con un montón de gente joven de todas las nacionalidades. En experiencia muy grata que nos brindó la oportunidad de disfrutar del baño en aguas profundas, o de grabar en nuestras retinas una nueva perspectiva de la Costa del Sol distanciándonos de sus orillas. Días que se convierten en burbujas de oxígeno con las que afrontar los últimos días del verano en los que se dan la mano la playa y el estudio para enfrentarnos a los exámenes de septiembre y a la vuelta al trabajo.
4 comentarios:
Vaya veranito que te estás pegando Javier!!! Tú fijo que no tienes de que se acabe agosto. Pero el fin está cerca. Así que... disfruta.
Jesús que los ratos de estudio no os los cuento, pero septiembre está a la vuelta de la esquina y tampoco lo puedo olvidar. Así que vamos a dejarlo en un fifty-fifty entre el ocio y el estudio, pero se disfruta.
Un abrazo y hasta muy pronto.
Esto no son burbujas, son auténticos camiones de bombonas de oxígeno.
Qué bien te lo estás pasando. Ya nos contarás a la vuelta.
Un abrazo. Alfa79
Una crítica
la próxima que vengas a Málaga a ver si llamas a los compis de Juventudes
que tu eres un magnífico anfitrión cuando vamos a Granada...
Ya sabes cuando quieras regresar a la feria de mi ciudad me pegas un toque
Saludos Yeyo
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