martes, 14 de agosto de 2007

¿Parálisis vacacional? (II)

No estoy muy en la labor de escribir en estas semanas, porque en verano y de vacaciones... Eso me lleva a estar hoy aquí, mañana allí y pasado ya veremos, con una consecuencia directa, que es la falta de conexión a internet en algunos lugares a los que voy. Por todo ello tengo un poco abandonado este blog. Pero estoy aprovechando estos días. Hoy escribo sobre algo que me comienza a resultar llamativo.

Todos comprendemos que con la llegada del verano la clase política de nuestro país se vaya de vacaciones como cualquier trabajador o trabajadora. También asumo que los medios de comunicación les den vacaciones a sus periodistas, supliendo las ausencias con becas de prácticas, y se vean a la vez en la obligación de mantener los espacios informativos. Pero cuesta trabajo creer que la menor actividad política de nuestros representantes, la escasa preparación periodística de quienes cubren esos puestos en verano, o lo que sea, nos lleve a tener un verano protagonizado por seriales.

Los apagones eléctricos y problemas ferroviarios en Cataluña, la invasión de topillos en Castilla y León, y el Solitario que pone la nota pintoresca, son los tres grandes protagonistas de nuestros informativos veraniegos. Y por supuesto, aquellas noticias que aunque hayan dejado de ser novedad tienen su espacio propio, llegando a no incidir en las conciencias de la ciudadanía. Ejemplos de ellas serían las llegadas de pateras, los atentados en Irak, los casos de violencia domestica, o las detenciones de etarras.

En definitiva, que parece que España se encuentra en plena parálisis vacacional. Mientras tanto, lo único que nos queda es seguir alimentando nuestro apetito de informaciones, con más capítulos de nuestros seriales veraniegos. Y lo que mas me sorprende es como toda la ciudadanía lo asume como algo tan normal. Que todo un estado con la importancia internacional que pueda llegar a tener España se paralice lo vemos como algo evidente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu post me recuerda a un comentario que me solía hacer un amigo en relación a un año que casi hubo una semana de puente de la Inmaculada. Se encontraba indignado de que un país sufriera tal parón durante tantos días.

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