Durante los últimos días hemos vivido una explosión viajera entre nuestra población. Con motivo del puente de agosto, del final de una quincena y el inicio de otra, o porque llegaba un fin de semana más, millones de personas han desbordado nuestras carreteras, las estaciones de autobuses y trenes se han inundado de viajeros, nuestros aeropuertos se han enfrentado a los días de mayor tráfico… Pero esto es solo un elemento más de los periodos estivales, que nos lleva a una rápida conclusión, España está de vacaciones.
Esta es la conclusión a la que hemos llegado en los últimos días amigos y amigas que han hecho un alto en el camino para compartir conmigo la Feria de El Morche. Esta ha sido la oportunidad para dialogar sobre aquello que nos ha dejado impresionados, mientras los medios de comunicación y la clase política hablan de la grave crisis económica a la que se enfrentan la economías familiares, hemos comprobado como el turismo español no parece sufrir ninguna consecuencia. Chiringuitos que no dejan de poner cervecitas a la hora de la tapa, playas repletas de sombrillas y toallas, restaurantes donde es difícil encontrar mesa, o edificios enteros de apartamentos alquilados, son algunas pinceladas que nos hacen desconfiar de los tremendistas titulares periodísticos.
Y es que ha sido un grupo de amigos de Granada quienes también han querido aprovechar este puente de agosto para hacer una escapada a la costa. El destino ha sido El Morche, una pequeña pedanía costera que en la última década ha visto como el crecimiento urbanístico de la Costa del Sol no le era ajeno. Pero aún así este enclave en la Anarquía malagueña mantiene su sabor tradicional y los días de feria son un buen ejemplo al volcarse toda la gente en el trabajo que supone sacar adelante las fiestas.
Desde las paellas y sardinadas que hacen de la feria de día todo un punto de encuentro de jóvenes y mayores, hasta las actividades lúdicas como la fiesta de la espuma o el pasacalles que hacen las delicias de los más pequeños, pasando por el espectáculo que supone el traslado de la Virgen del Carmen por el mar acompañada de fuegos artificiales. A ese esfuerzo colectivo me quiero referir, al trabajo conjunto de las instituciones municipales, de las asociaciones ciudadanas, y a la buena actitud de quienes participan de estas fiestas, algo que quizás lleguemos a echar en falta cuando nos trasladamos a las grandes ciudades en las que en muchas ocasiones la ciudadanía espera ser un mero consumidor de aquello que se le ofrezca.
Y como decíamos, si las tascas se encuentran repletas de gente hasta el amanecer, si los más pequeños hacen lo propio en las atracciones infantiles, y las personas que han visitado este enclave se cuentan por miles, ¿a qué afecta la grave crisis económica? Porque los indicadores económicos son claros al marcar un repunte del desempleo, un aumento de los precios, o un descenso de la productividad, pero eso parece no trasladarse a los bolsillos.
Personalmente creo que todos estos factores nos permiten dilucidar el escenario en el que se está desarrollando la mal llamada crisis. En primer lugar tenemos claro que existe una recesión de la economía, no solo española, sino a nivel internacional, lo cual es algo que nadie puede negar, ni tampoco puede controlar ningún Estado de forma individual. Estas son las consecuencias de un sistema económico internacional inspirado en el laissez faire del liberalismo desacerbado.
Pero este escenario que de forma tan tremendista nos dibujan los medios de comunicación se enfrenta a una realidad bien distinta como consecuencia de dos elementos: en primer lugar el desarrollo que el Estado del Bienestar ha alcanzado en España, y en segundo lugar, la fortaleza de la que puede presumir la economía nacional para hacer frente a situaciones como esta. En cuanto a lo primero, queda patente en la extensa lista de prestaciones sociales con las que cualquier persona ve garantizado un mínimo de calidad de vida con la que encontrarse en momentos económicamente no tan buenos. Así tenemos una garantía de aumento de las pensiones, un fondo con el que hacer frente al pago del desempleo, una política de becas que nos permite garantizar el aumento en los distintos niveles, etc. Y todas estas prestaciones sociales no son solo una construcción realizada por la buena marcha económica del pasado, sino también por la postura de distintos gobiernos que han querido apostar por ello.
Y como decimos, con todo ello la población española podrá hacer frente de un modo más ágil a esta crisis que los datos nos señalan como patente, aunque quizás no lo sea aún para las economías familiares que están disfrutando de un verano como cualquier otro. Tal vez debiéramos comenzar a pensar en como afrontar unas vacaciones de verano reduciendo los gastos, por aquello de que hay crisis, aunque en nuestras costas no se note.
Esta es la conclusión a la que hemos llegado en los últimos días amigos y amigas que han hecho un alto en el camino para compartir conmigo la Feria de El Morche. Esta ha sido la oportunidad para dialogar sobre aquello que nos ha dejado impresionados, mientras los medios de comunicación y la clase política hablan de la grave crisis económica a la que se enfrentan la economías familiares, hemos comprobado como el turismo español no parece sufrir ninguna consecuencia. Chiringuitos que no dejan de poner cervecitas a la hora de la tapa, playas repletas de sombrillas y toallas, restaurantes donde es difícil encontrar mesa, o edificios enteros de apartamentos alquilados, son algunas pinceladas que nos hacen desconfiar de los tremendistas titulares periodísticos.
Y es que ha sido un grupo de amigos de Granada quienes también han querido aprovechar este puente de agosto para hacer una escapada a la costa. El destino ha sido El Morche, una pequeña pedanía costera que en la última década ha visto como el crecimiento urbanístico de la Costa del Sol no le era ajeno. Pero aún así este enclave en la Anarquía malagueña mantiene su sabor tradicional y los días de feria son un buen ejemplo al volcarse toda la gente en el trabajo que supone sacar adelante las fiestas.
Desde las paellas y sardinadas que hacen de la feria de día todo un punto de encuentro de jóvenes y mayores, hasta las actividades lúdicas como la fiesta de la espuma o el pasacalles que hacen las delicias de los más pequeños, pasando por el espectáculo que supone el traslado de la Virgen del Carmen por el mar acompañada de fuegos artificiales. A ese esfuerzo colectivo me quiero referir, al trabajo conjunto de las instituciones municipales, de las asociaciones ciudadanas, y a la buena actitud de quienes participan de estas fiestas, algo que quizás lleguemos a echar en falta cuando nos trasladamos a las grandes ciudades en las que en muchas ocasiones la ciudadanía espera ser un mero consumidor de aquello que se le ofrezca.
Y como decíamos, si las tascas se encuentran repletas de gente hasta el amanecer, si los más pequeños hacen lo propio en las atracciones infantiles, y las personas que han visitado este enclave se cuentan por miles, ¿a qué afecta la grave crisis económica? Porque los indicadores económicos son claros al marcar un repunte del desempleo, un aumento de los precios, o un descenso de la productividad, pero eso parece no trasladarse a los bolsillos.
Personalmente creo que todos estos factores nos permiten dilucidar el escenario en el que se está desarrollando la mal llamada crisis. En primer lugar tenemos claro que existe una recesión de la economía, no solo española, sino a nivel internacional, lo cual es algo que nadie puede negar, ni tampoco puede controlar ningún Estado de forma individual. Estas son las consecuencias de un sistema económico internacional inspirado en el laissez faire del liberalismo desacerbado.
Pero este escenario que de forma tan tremendista nos dibujan los medios de comunicación se enfrenta a una realidad bien distinta como consecuencia de dos elementos: en primer lugar el desarrollo que el Estado del Bienestar ha alcanzado en España, y en segundo lugar, la fortaleza de la que puede presumir la economía nacional para hacer frente a situaciones como esta. En cuanto a lo primero, queda patente en la extensa lista de prestaciones sociales con las que cualquier persona ve garantizado un mínimo de calidad de vida con la que encontrarse en momentos económicamente no tan buenos. Así tenemos una garantía de aumento de las pensiones, un fondo con el que hacer frente al pago del desempleo, una política de becas que nos permite garantizar el aumento en los distintos niveles, etc. Y todas estas prestaciones sociales no son solo una construcción realizada por la buena marcha económica del pasado, sino también por la postura de distintos gobiernos que han querido apostar por ello.
Y como decimos, con todo ello la población española podrá hacer frente de un modo más ágil a esta crisis que los datos nos señalan como patente, aunque quizás no lo sea aún para las economías familiares que están disfrutando de un verano como cualquier otro. Tal vez debiéramos comenzar a pensar en como afrontar unas vacaciones de verano reduciendo los gastos, por aquello de que hay crisis, aunque en nuestras costas no se note.
4 comentarios:
Sabía yo que, tarde o temprano, la culpa de todo la iba a tener la prensa... Un saludo, amigo.
Me inquieta que consideres que el Estado del Bienestar ha alcanzado en España un importante desarrollo y hables de la "extensa lista de prestaciones sociales con las que cualquier persona ve garantizado un mínimo de calidad de vida con la que encontrarse en momentos económicamente no tan buenos". ¿De verdad lo crees así? Que pienses que se están dando pasos para mejorar lo poco que hay y que sólo un Gobierno socialista tratará de remediar los males del escaso Estado de Bienestar existente, perfecto, pero que pienses que lo que tenemos está bien o permite vivir con dignidad, cuando todavía existen tantas pensiones de 400 euros... ¡Compañero!
Siento contradecirte, pero si te das una vuelta por Salobreña (donde yo veraneo) se ha notado y mucho la crisis o lo que quiera que sea. El descenso de veraneantes ha sido realmente asombroso... y esto no lo digo yo solo, sino que es 'vox populi'.
Un abrazo
Bomarzo, que no culpabilizo a los medios, pero si que son responsables en parte de haber dibujado un escenario más tremendista del que realmente existía.
Y por supuesto que no te debes inquietar Franesco por mi consideración del Estado de Bienestar, pero cualquier comparativa entre los países con mayores cotas de desarrollo social otorga a España uno de los puestos de importancia. En referencia al ejemplo que haces, por supuesto que existen personas mayores que tienen una pensión de solo 400 €, pero también me tienes que reconocer que la situación económica no les va a privar del crecimiento continuado de la cuantía de la pensión, ni les va a retirar prestaciones sanitarias gratuitas, ni les va a negar las prestaciones que les correspondieran de acuerdo al Sistema de Atención a la Dependencia, etc.
Con ello quiero señalar que tenemos unos elementos que nos permiten garantizar una comodidad con la que afrontar los próximos meses, o acaso Alberto, ¿no es cierto que descienden las pernoctaciones en hoteles, los servicios en restaurantes, etc, pero a la vez que reducimos nuestro gasto en vacaciones, seguimos manteniendo en nuestra agenda el esperado descanso estival?
Existen economías familiares que han realizado un esfuerzo de ahorro reduciendo sus días de estancia, comiendo más en el apartamento y menos en el restaurante, o comprando menos regalos, pero en la gran mayoría de los casos no se han suprimido las vacaciones como tales. O ¿a dónde se dirigían los más de 6.000.000 de desplazamientos -unos 145.000 en Granada-, solo en carretera, que se realizaron en el puente de agosto?
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